Las órdenes que tenía el pelotón de la legión
extranjera voluntaria del ejército ucraniano destinado en Bajmut para ese día eran
claras. Debían liberar el barrio de Stupki, casa a casa si era preciso.
Estaba dividido en cuatro escuadras de dieciséis
soldados capitaneadas cada una de ellas por un cabo. La segunda la mandaba Juan
Vilches, exmilitar español formado en el regimiento de caballería ligero acorazado
“Lusitania”, en Valencia, donde permaneció hasta que fue expulsado del ejército
por golpear a un oficial en un bar, ebrio. No tuvo nada de épico.
Había acudido a misiones en Afganistán y Líbano,
pero hasta la guerra de Ucrania no había disparado a nada ni a nadie que no
fuera una diana.
Llegaron a su objetivo, parecía tranquilo. Llevaban
liberados tres bloques de edificios de la calle y ese parecía igual de apacible
que los anteriores. Los rusos se habían retirado tan apresuradamente que ni
siquiera minaron el terreno.
Se trataba de una pequeña casa de dos plantas,
vivienda unifamiliar. El pequeño jardín estaba desierto. Juan decidió que lo
más sensato sería entrar por la ventana más complicada, ya que era la que tenía
menos posibilidades de presentar trampas. Por rotación les tocaba jugarse el
pellejo a Jan, un fornido alemán y Donald, un exmarine americano, que parecía
tener más experiencia en cine bélico que en batallas de verdad. Pusieron una
escalera y llegaron a la ventana del segundo piso, al tocarla se abrió, ambos
entraron en silencio. Dos minutos después se abría la puerta principal, todo
parecía despejado.
Al entrar, Juan iba a abrir la boca para pronunciar
las órdenes pertinentes, pero agudizó el oído y le pareció escuchar golpes y
alaridos de una de las habitaciones del piso en el que estaban. Jan, Donald y
el propio Juan, estaban en la casa junto a Jude, el resto de la escuadra se
encontraba asegurando la zona.
Jude era un inglés soldado de fortuna,
bebedor empedernido, poco profesional y que Juan sospechaba que solamente estaba
allí para hacerse fotos y subirlas a redes sociales con el fin de solicitar
donaciones. En segundos esa falta de profesionalidad les costó la vida.
Jude, sin decir palabra, abrió la puerta que
tenía al lado. No tuvo tiempo de subir los tres kilos su fusil UAR-15 de
fabricación ucraniana para apuntar cuándo aquella bestia, con ropa del mismo
ejército ucraniano, se le abalanzó encima lanzando un mordisco terrible a su
cara. En ese momento Juan levantó el arma para disparar, aunque era imposible encañonar
al atacante sin riesgo de tirotear a su compañero inglés. Mientras lo
intentaba, por la visión periférica de su ojo derecho vio salir de la
habitación y dirigirse hacia él, lentamente, a una mujer semidesnuda. No la
identificó como un peligro inminente. Cuando al fin disparó sintió una gran
punzada de dolor en la mano, giró la cabeza y vio a la mujer mordiéndole, no
daba crédito. Jan la agarró para intentar quitársela de encima y durante el
forcejeo el alemán recibió otro mordisco en el brazo. Mientras, dos locos
enfurecidos más, con el mismo uniforme ucraniano, aparecían en la puerta de la
habitación. Donald disparó a la chica una ráfaga en el pecho. Dejó de moverse.
— ¡No shoot! ¡Unarmed! —gritó Juan,
confundido ante la situación.
En ese momento, las dos bestias que aún se
movían se abalanzaron sobre Donald, atraídos por el ruido de los proyectiles. El
exmarine pudo alcanzar con su fusil a uno de ellos. Cuando quiso apuntar al
segundo ser fue tarde, recibió un ataque directo al cuello. Juan extrajo su
pistola y disparó al atacante en la sien desde el costado.
El ataque había finalizado. Recuento de
bajas, cuatro soldados heridos con mordeduras de gravedad. Todas ellas a las
pocas horas presentaban signos de infección grave y afectación sistémica de los
individuos. Fueron atendidos en un puesto de urgencias de retaguardia, a diez kilómetros
del frente. Dada la nacionalidad de todos ellos fueron evacuados inmediatamente
en helicóptero a Leópolis, ciudad fronteriza con Polonia. Pasaron la frontera
en vehículos medicalizados donados por la OTAN hasta el aeropuerto de Rzeszów.
Un día después, cada uno de ellos volaba en
aviones militares a sus respectivos países. Juan Vilches aterrizó en el
aeropuerto de Torrejón de Ardoz en un Airbus A400M el dos de agosto de 2024 a
las cinco de la tarde y fue trasladado al Hospital Central de la Defensa Gómez
Ulla de Madrid.
ENLACE DE COMPRA:
https://www.amazon.es/Operaci%C3%B3n-Ocaso-Supervivencia-apocalipsis-apocal%C3%ADptica/dp/B0F2F71Z31?_encoding=UTF8&dib_tag=se&dib=eyJ2IjoiMSJ9.m1qvehxYr_cZNJ7ckEZjbQ.4JUTjMJbfimTWT0CWs1MAEMsOU-ai4GQN5kEdj1TYlA&qid=1743224137&sr=8-1
Comentarios
Publicar un comentario